1. ¿De dónde surge la idea de este cortometraje?
Siempre que escribo me encuentro dando vueltas temáticas sociales. No porque en ese momento sea un tema que esta en auge y por eso decida escribir acerca de ello, si no que siempre parto de alguna vivencia o emoción personal y trato de crear una historia que pueda ayudarme a transmitir este sentimiento.
Desde hacía muchos años quería dar un poco de voz a las emociones a las que nos enfrentamos cuando una “tragedia” o un “incidente”, del estilo del que ocurre en la familia de Nora, llega a nuestras vidas y cómo acaba afectando a nuestras relaciones. Tendemos mucho a poner el foco en las personas que sufren una enfermedad o trastorno porque su viaje y proceso nos parece el más relevante, ya que, evidentemente, son ellos/as quienes lo está atravesando. Sin embargo, cuando las familias y amigo se encuentran en una situación similar a la que se plantea en el corto (una persona muy cercana o un familiar en una situación de delicada salud mental o física) y se ven afectados por estos procesos, se crea un gran sufrimiento que resulta difícil exteriorizar y reconocer.
Debido a algunas de las situaciones que he vivido he querido poner el foco en la familia, en ese pequeño grupo que de repente sufre en silencio y en el que se mezclan tantas emociones como formas de gestionarlas. He querido mostrar también que determinadas reacciones son normales y que está bien sentir de formas diferentes, tener miedo y estar confundidos en un momento en el que lo que ocurre nos daña.
2. Desde el inicio el cortometraje tiene un halo de misterio, ¿por qué decidiste narrar así esta historia y no darle otro tipo de enfoque?
Resultaba interesante mostrar lo ajenos que estamos ante ciertas realidades. La idea era ir guiando al espectador, con actitudes, pequeñas frases y detalles en conversaciones, que le ayudasen a entender lo que estaba pasando, pero sin desvelarles nada especifico, para que ellos tuvieran que adoptar un rol activo en la historia y escuchar de forma activa lo que estaba ocurriendo. La gran mayoría de las personas que ven el corto por primera vez no asocian el problema de la familia con el suicidio, si no con maltrato o alguna drogadicción. Las tasas de suicidio, no obstante, van en aumento y uno de los grandes problemas a nivel social resulta no darse cuenta de cuándo una persona está atravesando una depresión y necesita ayuda.
Por otra parte, algo que me resultaba muy interesante también era crear una reflexión propia en el espectador sobre la situación y lo que ellos creen que harían o cómo actuarían. Quería que, al final de la historia, pudiesen juzgar al personaje de Nora. Desde el principio seguimos a Nora, lo que hace, lo que dice. Es nuestra protagonista y como vemos todo a través de sus ojos, empatizamos con ella y con lo que está sufriendo, aunque aún no sepamos qué ocurre. Ponemos el foco sobre la madre e intentamos justificar el enfado y comportamiento del personaje. Sin embargo, cuando nos enteramos de lo que ha ocurrido, somos conscientes de lo delicada que es la situación y de lo “injusta” que puede ser la forma de enfrentarse a ella que tiene Nora. Una vez que descubrimos lo que ocurre somos capaces de pensar para nosotros mismos “¿yo sería así? ¿de qué manera reaccionaría? O ¿cuál sería la mejor manera de hacer las cosas?”. Me gusta que el espectador tenga que plantearse esas preguntas.
3. ¿Cuál fue la parte más difícil del proceso creativo?
Toda la organización. Yo trabajo en Madrid pero la gran parte del equipo y casi todos los jefes de departamentos estaban en Oñati, el pueblo donde rodamos el corto. Debido a los horarios que teníamos, ya que casi todos teníamos otro trabajo, resultaba muy difícil y lento avanzar con las cuestiones creativas y la toma de decisiones. Un mes antes del rodaje tuve que desplazarme a Donosti varias semanas por trabajo y me aloje allí. Recuerdo que casi todos los días teníamos alguna reunión de algún tipo, ya fuera con cámara, arte, dirección o producción, pero el internet del lugar donde estaba se quedaba bloqueado cada dos por tres y la cobertura era muy mala, por lo que las reuniones se alargaban horas porque resultaba imposible poder comunicarnos.
4. ¿Cómo se creo el equipo?
En el equipo hay una mezcla de profesionales y amateurs. Para mi era importante contar con gente del entorno donde íbamos a rodar para que, por una parte, obtener los materiales y elementos necesarios para rodar, así como las localizaciones, fuese rápido. Por otra parte, quería trabajar con gente de la zona que me aportase cosas y tuviese ojos donde yo no podía tenerlos porque vivo en otra ciudad.
Contacte con algunos amigos del pueblo que conocía de antemano y que sabía que habían estudiado cine o realizado algún proyecto, y que podrían estar interesados.
También conté con gente que residía en Madrid y que había estudiado conmigo en la escuela de cine. Gente de diferentes departamentos y con los que tenía una buena afinidad y que quería en el corto porque sabía que me conocían bien y no tendríamos problemas en entendernos a la hora de rodar y economizar tiempos.
Al juntarnos todos surgió un grupo de trabajo muy chulo y diverso. Había un ambiente muy agradable y jovial todos los días. La verdad es que, al terminar de rodar, aunque fueron pocos días, todos nos echamos mucho de menos.
5. ¿Cuál fue la secuencia más difícil de rodar?
La más difícil para mí, y para Amaia (Nora), fue la secuencia en la que el padre regresa a casa y ella escucha como le reciben desde la habitación. Es una escena en la que emocionalmente ocurren muchas cosas pero que consistía únicamente en un primer plano de la cara de Nora reaccionando a lo que estaba ocurriendo.
Por supuesto, no había ningún reencuentro fuera de la habitación, por lo que, para ayudarla, usamos un pinganillo dónde podía escuchar el WT del encuentro con el padre que habíamos grabado esa mañana. Para Amaia resultó complicada porque, para el plano, la cámara estaba muy cerca y ella no podía saber hasta que punto expresaba o no con el rostro. Afortunadamente, pese al miedo que nos generaba, rodar el plano fue muy rápido y todo salió muy bien desde la primera toma.
6. ¿Y la más anecdótica?
La escena de las amigas en el parque. La escena estaba escrita originalmente en castellano, pero una vez que nos pusimos a producir el corto pensé en rodarla en Euskera. Yo hablo con mis amigas en este idioma y para mí tenía mucho más sentido que fuera así, además, en Oñati prácticamente todos los grupos de amigos/as hablan en Euskera y para ellas resulta mucho más natural.
Comenzamos los ensayos en castellano (a ellas no les dije hasta el final que se rodaría en euskera) para ir entrando un poco en dinámica y trabajar con las chicas algunos ejercicios de interpretación y de escucha, ya que ninguna de ellas era actriz. Después, pasamos a montar la escena en Euskera. Todo estaba bastante controlado, pero lo difícil era que íbamos a rodar todo en un plano secuencia, con la cámara buscando a las chicas en momentos concretos. La foquista era granadina y se había estudiado el guión en castellano, pero en cuanto pasamos a ensayar la escena con cámara y a marcar cosas en el plano, todo se volvió complicado. Para ellos, lógicamente, era difícil entender lo que estaba ocurriendo en la escena y en qué momento de la conversación estaban las actrices. Aunque supieran de lo que estaban hablando en la secuencia, no podían situarse en ningún punto de la escena del guión. Por suerte, todo funcionó marcando algunas palabras concretas para que al escucharlas la cámara supiera donde enfocar.
7. ¿Cambió mucho el cortometraje del guión a la versión final?
No demasiado, pero sí. Lo más evidente es el final. Todas las secuencias se mantienen prácticamente como estaban escritas en la última versión de guión, no obstante, el final era más largo y tenía una secuencia de Nora con su hermano que cerraba más la historia. Al montar el cortometraje, encontré el plano de Nora con el que ahora acaba la historia. Me gustó el plano, me gusto la sensación que daba y al probar a montarlo con este final, me di cuenta de que, aunque quedase menos completo, daba mucho más la sensación de que las cosas no seguían bien en la familia.
Es curioso porque mucha gente me ha comentado que ellos habrían terminado el corto en el momento del abrazo entre padre e hija, sin embargo, mi idea era transmitir que a pesar de que Nora haya conseguido “aceptar” de nuevo a su padre, el problema, el drama, la enfermedad... todo eso sigue ahí y, en realidad, este momento que resulta tan revelador en el cortometraje, a penas significa nada en lo que le espera a partir de ese momento al personaje.